Caminos separados, un estrecho lazo.

La noche era tranquila, templada, no había indicios que la paz del momento pudiera ser molestada en ese momento. A lo lejos se dejaba ver, una casa pequeña, amigable a la vista, y ahí estaban ellas, ambas en el salón, compartiendo una taza de té, la armonía casi era palpable, ¿Qué se podía esperar? Era una madre y una pequeña de tan solo 5 años.

Ella estaba ahí, leía con tranquilidad aquellas páginas del libro que llevaba días leyendo, algo la tenía un poco inquieta, por lo cual no quería ir a la cama junto a su hija, pero, pensaba que con quedarse despierta solo un momento sería suficiente, pero, no bastó mucho para comenzar a oír ruidos por la cocina, alzó un poco la vista, para intentar agudizar su oído, mantuvo su atención en aquel sector un momento, pero no hubo más ruido "¿El viento de afuera?" pensó por un momento, hasta que prefirió asegurarse de aquello, acercándose a la cocina.

Se colocó en el marco de la puerta, y de inmediato sintió que algo no iba bien. Examinó con esmero la cocina con su mirada pero parecía que nada estaba fuera de su lugar. Algo no iba bien.

No tardó mucho en reaccionar, lo empujó fuerte fuera la habitación al pasillo, lo tiró al suelo y se colocó sobre el, presionándole el cuello con su brazo derecho

Ella no pudo contenerse más, lo miró, con intenso desagrado, intentó atacarlo con las dagas de sus manos, pero, este la empujó sin delicadeza a un lado, golpeándola contra la pared.

Ella se levantó despacio, intentaba contenerse, su hija estaba en frente, y el padre de ella, quien las abandono cuando quizás ambas más lo necesitaban, decía que quería llevársela. ¿Cree que acaso haría lo que el quisiera? Su cuerpo temblaba, parecía que la impotencia se sentía más fuerte de lo esperado, no alzó la vista, no miraba ni a él, ni a su hija. Demostrarle tal violencia no era lo correcto, pero, ¿Quién es capaz de contenerse en estas situaciones?

Matthew intentó tomar la mano de Methafalica, con la intención de llevársela, pero Denyu volvió a abalanzarse sobre él. Esta vez fue interceptada por el, junto con su escudo y espada. Methafalica veía todo desde fuera, sin comprender lo que ocurría, aferrándose al marco de su puerta. Ambos padres se encontraban uno frente al otro, era como si se examinaran, pero esto no podía ser confirmado por ella, el casco de caballero que tenía él, impedía ver su mirada.

Casi en una coordinación perfecta ambos se tiraron en contra del otro, el choque de aquella espada y aquellas dagas sonaba intenso y profundo, los ataques bloqueados, por ambas partes resonaban en lo profundo de la casa, de la noche, poco importaba los destrozos que poco a poco se iban generando en la casa, poco importaba si se acertaban uno que otro golpe, poco importaba si en ese minuto Methafalica los veía.

Denyu no era alguien de batalla, y comenzaba a notarse, poco a poco sus ataques y sus evasiones ya comenzaban a ser más torpes, lentas. El caballero no lo desaprovechaba, la hacía cada vez más hacer que llegara a su límite, hasta que encontró el momento perfecto para estocarle sobre su cadera.

Methafalica quiso correr al lado de su madre, pero esta lanzo una de sus dagas a sus pies, la miro de tal manera que ella comprendió que no debía seguir avanzando, Matthew por otra parte, se acercó a ella, era ya poco lo que podía hacer en su estado, arrodillada en el suelo, sujetando su herida. Él había ganado.

¡No te irás con ella! *Intenta ponerse de pie, pero el dolor se lo imposibilitaba* ¡Ngh!

El caballero tomó del brazo a la pequeña, dispuesto a irse, en ese momento Denyu se puso de pie, sin importarle el dolor, sin importarle que poco pudiera verlos con aquella borrosa mirada que ya tenía, y corriendo disponía a arrebatarle a la pequeña de su lado, pero aquel, sólo la apartó usando su escudo, la empujó con tal fuerza que salió disparada en contra de un estante que calló sobre ella

Aquel caballero, no esperó más y salió junto a la pequeña niña, que entre sollozos y llantos clamaba por su madre, por otra parte ella, antes de perder el conocimiento, sólo fue capaz de pronunciar una palabra, mientras por sus ojos, brotaban aquellas lágrimas.